Wednesday, July 11, 2007

Memorias de memoria (2001)


En este su segundo volumen autobiográfico, relata Jesús Pardo su retorno a España, sus descabaladas andanzas en la Agencia Efe y, como glorioso remate, su salvífica y anhelada conversión en escritor con obra publicada, merecedora de tal nombre.

Autorretrato sin retoques nos descubrió a un memorialista capaz de ser y mostrarse literal y saludabilísimamente sinvergüenza. No se ahorró improperios ni escarnios a la hora de retratar las miserias del prójimo, pero tomándose la honestísima cautela de empezar por si mismo tan terapéutica y útil labor despellejadora. Después de tal alarde de fuego a discreción, pudiera parecer esta segunda parte un tanto descolorida. No lo creo yo así. A cada monstruo conviene tratarlo de conformidad con su peculiar teratología y me parece que el hidalgo de El Sardinero alcanza este objetivo con precisión notable. Como botones de muestra basten las semblanzas, implícitas y explícitas, que va trazando de los sucesivos jerifaltes que hubo de sufrir en su efesiana covachuela, desde Ansón a Sobrado Palomares, pasando por Utrilla y tutti quanti. Pero Pardo no sólo tiene talento para caracterizar monstruos o situaciones más o menos ridículamente monstruosas. El relato de su tránsito por la vocacionalmente arrolladora empresa Cambio16 deja constancia de un talento muy singular para transmitir un clima de época. Y parece difícil encontrar una impresión sobre el recientemente fallecido Juan Tomás de Salas de perfiles más nítidos y expresivos.

Usa y abusa el autor de Ahora es preciso morir de homofonías, retruécanos, quiasmos, hipálages léxicas y otros juegos de palabras, etimologías e ideas, con superabundante profusión, que, casi siempre, se celebra con regocijo o admiración de la agudeza, pero que puede pecar de reiterativa. Ejemplo extremo, que concentra en sólo una frase de catorce palabras un alarde barroco de tales ejercicios de digitación, lo encontramos en la página 161: “Raro es el petente patentemente potente y pitante ante el que Roma se enroma”, refiriéndose, claro está, a la proclividad vaticana a tratar con suma benevolencia las causas de nulidad matrimonial de quienes realmente cuentan con posibles de fuste.

Los capítulos finales, dedicados a sus creaciones literarias, tienen el especial interés de mostrarnos a un Jesús Pardo establemente reconciliado y poseedor de una recuperada candidez esencial, exclusiva de las almas sutilmente complejas, que combinan de modo casi milagroso inteligencia, delicadeza esencial y rectitud de corazón, perfectamente compatibles con la condición de sinvergüenza. Intuyo que Paloma debe de saber bastante de estas cosas.

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