Atraído por tan sugestivo y contradictorio título y reforzado mi estímulo lector por una inteligente reseña leída en El País, abordé este libro de Elena Soriano con mucho interés. El prólogo de Vilallonga y la advertencia preliminar de Elena Arnedo Soriano, hija de la autora, que realizó con rigor y paciencia la tarea de recopilación y ordenación los sistemáticos trabajos de su madre, fomentaban las buenas perspectivas iniciales. Y en absoluto quedé defraudado. Hay inevitables repeticiones y vueltas atrás en el excelentemente elaborado discurso de la autora, que en nada menoscaban el brillante y sólido resultado final de su lúcido ensayo.
Los numerosos antecedentes literarios de la figura del Burlador, se estudian en la primera parte del libro, con especial énfasis en el carácter de profanador de honras del mito donjuanesco. Naturalmente, sólo la vigencia de una ideología del honor vinculada a la castidad de hijas, esposas o hermanas del varón al que se quiere ofender hace válido este carácter. Desprovista de esta faceta injuriante, la potencialidad transgresora de la figura de Don Juan pierde bastantes quilates.
Se detiene la autora en consideraciones muy ajustadas sobre las figuras, muy escasamente estudiadas por la tradición crítica, de las mujeres de Don Juan, dolidas por el ultraje, perseguidoras del burlador, vindicativas o redentoras del mismo. Permítaseme aquí una levísima observación: en la ópera de Mozart /Daponte, que creo conocer en profundidad, Donna Anna podrá estar reprimidamente enamorada de Don Giovanni, pero, al contrario de lo que Doña Elena Soriano nos dice, en ningún momento procura su redención (sí lo hace, hasta el extenuamiento Donna Elvira), sino que sus efusiones son todas ellas netamente vindicativas.
Tras una poco más que anecdótica referencia a la figura novelesca de un don Juan pequeño burgués y casado, contradictoria con el mito, y a la no menos pintoresca de una Doña Juana igualmente novelesca, se adentra la autora en el tema que da título a su libro, esto es en la posibilidad teórica y práctica de un donjuanismo femenino, de la mujer como burladora erótica. Con la salvedad de que resulta invíable una Doña Juana que injurie honores, es evidente, pese a la escasez de antecedentes literarios, que tal posibilidad existe y tiene concreciones prácticas constatables en la sociedad, y con nombres estelares enumerables.
La última parte del libro, con muy extensas citas de Leonard, Buscaglia, Gil Calvo, Julián Marías y, sobre todo, la prestigiosa Shere Hite, autora de la conocidísima encuesta, reflexiona sobre el actual estado de cosas y la necesidad de alcanzar un nuevo orden amoroso, tras las tormentas provocadas por los viejos feminismos – hoy conservadores -, la exaltación del sexo y la execración de la sentimentalidad, la reacción regresiva de renovadas y más sutilmente agresivas actitudes machistas y las dificultades para que el específico mundo anímico femenino pueda equilibrar las evidentes asimetrías y propiciar nuevas relaciones igualitarias, basadas en el afecto, la durabilidad de éste y la ausencia de dominación.
Las más de trescientas páginas del ensayo, nada exentas de rigor crítico – literario, sociológico e incluso filosófico, se leen con agrado y ¿por qué no decirlo? con agradecida aquiescencia.
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