Bajo la atractiva forma de una larga conversación periodística entre el politólogo italiano Antonio Polito y el historiador británico Eric Hobsbawm, se desarrolla este breve, pero muy enjundioso ensayo de no más de 220 páginas que recorre las cuestiones más vitales con las que se enfrenta la sociedad mundial (y mundializada) de los albores del siglo que se estrena. Hobsbawm es, quizás, hoy por hoy, el historiador más universalmente reconocido, no sólo por una izquierda que lo toma por auténtico faro y guía, sino por un público, cada vez más amplio, que no se resigna a esperar cruzado de brazos el anunciado fin de la historia. La guerra, la paz, oriente y occidente, primer y tercer mundo, individuo y globalización, perplejidades de la izquierda y hasta razones personales para su admiración por Italia son algunos de los sugerentísimos apartados sobre los que Hobsbawm pasea su mirada clara, estudiosa, consciente y lúcida. Le hemos de agradecer también su absoluta falta de catastrofismo y su postura en las antípodas de una enfermiza mala conciencia, tan propia de muchos izquierdistas que se lamen las heridas de la historia como culpas propias que se deben expiar para no se sabe bien que fin. Si Hobsbawm, lúcidamente, considera que no debe entonar ningún mea culpa por los errores y crímenes de los caducos sistemas que se erigieron como salvadores del género humano, ya que ninguna participación, por acción u omisión, tuvo en ellos, con mucha menos razón debemos flagelarnos los que generacionalmente podemos ser hijos suyos y, por tanto, vivimos nuestras experiencias políticas con aún mayor alejamiento de tales sistemas y modelos. Y otro agradecimiento más: la constatación, nada frecuente, pese a su obviedad, de que uno de los aspectos más sugerentes, pero también laboriosos y problemáticos de la crisis de lo que sanamente se debe entender por socialismo, por lo menos en la zona geopolítica conocida como primer mundo, es que se trata de una crisis de éxito. ¿De que otra forma pueden leerse las conquistas y avances, si no irreversibles sí muy consolidados, de los sistemas de protección social y de las políticas de reparto, asumidas hoy hasta por las fuerzas conservadoras con mejor vocación de supervivencia?.
Un prólogo esclarecedor de Josep Fontana y un epílogo del propio autor entrevistado, desmarcado de la ineluctabilidad de lo catastrófico completan el interesante viaje por nuestra contemporaneidad.
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