Desde Juan sin tierra y
Sin abandonar el aura de maldito, pero con añeja sorna, fino humor y elaborada y madura distancia, se suelta la melena con esta Carajicomedia, en la que la vastísima cultura literaria, el cuidado y punzante estilo y el oficio de gran veterano se coaligan para ofrecer al lector un producto muy deliberadamente exquisito y provocador, que precisamente en su virtud literaria y en la ausencia total de mácula o pecado estilístico lleva su penitencia. Admira la factura del orfebre, pero deja frío la joya tallada. Es, sin duda, meritorio el esfuerzo y brillantísimo el resultado de utilizar como texto y pretexto la muy rica literatura española de los negocios de la entrepierna, desde el Cancionero de obras de burla provocantes a risa hasta el Guzmán de Alfarache, pasando por el Arcipreste de Talavera y La lozana andaluza. Las múltiples transmigraciones y la mixtificación postrera del fementido père de Trennes constituyen regocijante y muy lúcida y crítica percha para colgar todo el artificio de este magnífico manto regio, recamado de muy nobles metales y muy preciosa pedrería. Oro y no oropel lo decora, pero al tiempo que lo embellece le confiere pesantez poco apta para el avío cotidiano y lo relega al uso exclusivo en actos de ceremonial. Literarios, por supuesto. Este es el gran valor de la novela de Goytisolo, pero tambien su servidumbre.
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