Si no he escuchado ni entendido mal, el señor Arregi:
1 Basa el nacionalismo en una autoadscripción de pertenencia a grupo (es decir, en un “sentimiento”). ¿A qué grupo? A un grupo nacional (es decir, a una entelequia).
2 A pesar de 1, el señor Arregi explícitamente rechaza:
2.1. el nacionalismo etnicista, herderiano (también sabiniano, aunque Arregi no lo diga), que conforma el concepto “Estado – Nación” por identificación de los dos componentes, uno de los cuales – la nación – se presume, erróneamente, previo a los individuos y a su desenvolvimiento real en el mundo real, y trae como consecuencias:
2.1.1. ideologías germinalmente protofascistas
2.1.2. postular que toda nación debe dotarse de un Estado independiente y soberano.
2.2. La opción soberanista (independentista) no sólo por inoportuna o inconveniente, sino por radicalmente inviable en el mundo actual.
3 Propugna una construcción nacional, basada en la diversidad, en el reconocimiento de la diversidad, y en el pluralismo no sólo político, ideológico, cultural, religioso o social, sino, fundamentalmente, en el pluralismo de sentimientos de autoadscripción a grupo (son varios y graduables).
4 Rechaza cualquier formulación inquisitiva que se dirija a la sociedad vasca para preguntarle por un marco jurídico determinado: una tal pregunta – hablemos en plata: un referéndum de soberanía – sería altamente destructiva y daría al traste con una supuestamente fuerte cohesión social de Euskadi.
5 Como consecuencia de lo anterior, el Estatuto de Gernika es el marco jurídico – político adecuado para llevar a cabo una construcción nacional de Euskadi en los términos ya señalados de pluralismo y no exclusión.
6 Exige respeto a las posturas nacionalistas, pero interpreta como falta de tal la mera puesta en cuestión de los fundamentos últimos de tales posturas.
Bajo estas premisas, sólo los apartados 1 y 5 “justifican” – de manera harto endeble - la permanencia del señor Arregi en el P.N.V. de los señores Arzallus y Egibar (el P.N.V. real, el que corta el bacalao, las habas que se cuecen, la cera que arde, lo que va a misa). En efecto, el P.N.V. oficial y en el poder es:
a) sabiniano – etnicista
b) soberanista
c) excluyente.
¿Qué son, si no, el pacto de Estella (o Lizarra …) y
Posiblemente deba favorecerse una estrategia tendente a que las posiciones del señor Arregi lleguen a ser dominantes no sólo en el P.N.V. sino en el nacionalismo vasco globalmente considerado. Pero tal tarea se me antoja más difícil no ya que los siete trabajos de Hércules, sino que “setenta veces siete” los siete trabajos de Hércules (uno de los creadores míticos, por cierto, de la nación vasca).
Por otra parte, las posturas del señor Arregi, así expuestas, están explicitamente asumidas por la mayoría de las fuerzas políticas no nacionalistas, si no en su totalidad formal, sí en sus aspectos políticamente realizables.
Así pues, hay que agradecerle al señor Arregi su honestidad y su excelente fe clarificadora, pero ambas nos parecen políticamente prescindibles, porque ya las ejercen otros.
… … …
APARTADO DE EXABRUPTOS PERSONALES
1 Todo nacionalismo es una impostura
2 Todo nacionalismo es una enfermedad del alma
3 El terrorismo es una secuela de esa enfermedad
4 Todo nacionalismo es un peligro social (potencial o actual)
5 Todo nacionalismo es una enormidad
6 Las características
7 Puesto que no queda otro remedio que afrontarlo, afrontémoslo como lo que es: un problema que exige soluciones, políticas por supuesto. Pero, dado que su secuela terrorista es una trágica realidad actuante en el caso vasco, tales soluciones, políticas por supuesto, deben ser de dos clases con idéntico rango político y con el mismo énfasis conceptual y práctico:
a) soluciones no sólo represivas (y por tanto también negociadoras: debe negociarse hasta el límite que impongan el sentido común y la viabilidad que el propio señor Arregi invoca)
b) soluciones no sólo negociadoras (y por tanto también policiales y judiciales: la impunidad jamás será políticamente tolerable).
De la intoxicación, potencialmente criminógena, que se practica en escuelas y demás centros de difusión ideológica mejor hablamos otro día.
Escribí estas esquemáticas consideraciones y vehementes exabruptos después de escuchar una conferencia de Joseba Arregi en el Club Faro de Vigo, en un momento impreciso del año 1999. Corrigiendo determinados nombres propios, admitiendo un poco a regañadientes que el PNV actual no es el mismo de Arzallus y Egibar (pero sigue siendo el de Ibarretxe) y moderando bastante el tono de mi diatriba, suscribiría ahora mismo lo expresado hace ocho años. Desgraciadamente, no ha perdido actualidad.
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