Saturday, December 23, 2006

Magdalena Kozená - Mozart


Magdalena Kozená - Mozart

Sigo como propagandista desinteresado de las estrellas de Deutsche Gramophon. Mis querencias son demasiado evidentes. Por eso mismo, me recreo en hacerlas públicas, sin beneficio (ni oficio).

Thursday, December 21, 2006

El Requiem de Mozart visto por Álvaro Zaldívar


Los amigos de la ópera han vuelto a traer al ilustre profesor y alto funcionario del Ministerio de Educación, Álvaro Zaldívar, para ilustrarnos con su visión crítica del Requiem de Mozart. El brillante musicólogo nos deleitó con una pirueta intelectual sin duda admirable: partir de una apreciación discutible para llegar a una conclusión ingeniosa y sumamente convincente. Apreciación discutible: la nada misteriosa misa de difuntos del salzburgués no sólo es una pieza incompleta, con añadidos y remiendos de muy distintos paños, descuidada en más de una ocasión, sino que no pasa de la segunda fila dentro del ingente y genial corpus mozartiano; sin embargo ha pasado a la historia, por la razón de que en arte el tiempo también crea, con la condición de obra identitaria de su autor. Conclusión ingeniosa y sumamente convincente: Mozart jamás tuvo un interés mínimamente entusiasta en cumplir con el encargo del bizarro conde que quiere homenajear a su difunta esposa adornándose con plumas ajenas y, por tanto, jamás se sintió a sí mismo como destinatario de la obra que él debía componer y el insigne badulaque presentar y firmar como propia. Por esas mismas razones, la fue postergando una y otra vez, procrastinando un día sí y otro también, hasta que llegó la pelona y se lo llevó sin concluir la encomienda. Poderosos avales de la tesis: en los cinco meses largos que transcurren entre el día en que el mensajero del conde entrega a Mozart su encargo y el momento en que éste exhala el último suspiro, el genio compone no menos de seis obras maestras, todas ellas perfectamente conclusas, entre las que se cuentan nada menos que La flauta mágica, el Concierto para clarinete y orquesta K 622, el breve, edulcorado y bellísimo Ave Verum Corpus o la Pequeña cantata masónica K 623, y no conviene olvidar que La flauta mágica y el Concierto para clarinete son también encargos, aunque de sus amigos Schikaneder y Städtler, como asimismo es encargo, institucional y regio, La clemencia de Tito, ópera infravalorada, con tema y libreto bombásticos y pasados de moda, pero cuya música tiene momentos sublimes.
¿Cuál es, entonces, el origen de la difícilmente creíble leyenda, según la cual Mozart se obsesionó con la composición del Requiem de manera febril y hasta el punto de llegar a creer que lo estaba componiendo para su propio funeral, en un rapto de arrepentimiento por su impiedad y su vida disipada? Debe tenerse en cuenta que el divino Amadeus era un personaje muy mal visto en la Viena oficial de su tiempo, en la urbe y en el orbe, entre colegas y extraños, entre los eclesiásticos, desde el corte de mangas a Colloredo, y entre los cortesanos desde su adscripción a la logia masónica Zu gekrönnte Hoffnung, una de las mas projacobinas de Viena (¡projacobina, de los jacobinos que menos de dos años después de la muerte del músico ejecutan a la muy vienesa, imperial y real Maria Antonieta!). Mozart era masón y se lo tomaba muy en serio; a Mozart le gustaban las mujeres y el vino y no lo disimulaba en absoluto. En estas circunstancias, no es de extrañar que contase con muy pocos amigos entre los círculos del poder. De ahí la muy comprensible necesidad que sintió la viuda Constanze de "rehabilitar" la imagen del difunto, siquiera fuese para que su música siguiese siendo rentable y exportable y para que ella misma pudiese obtener algún beneficio público que, aunque magro, obtuvo. Por eso, están lastradas las aproximaciones biográficas que, como la de Robbins Landon (especialista, por cierto, en Haydn y no en Mozart), se basan en los testimonios de los parientes, amigos y allegados del excelso, que, en el mejor de los casos estaban guiados por el afecto y los legítimos intereses. Por eso, Zaldívar prefiere las frías pruebas documentales y los testimonios menos cálidos, menos piadosos y más fiables.
Los mozartianos de pro le agradecimos cordialmente su paráfrasis final: si Mann dijo que Bach fue, en la música, un océano (y no un "arroyo", como su apellido indica), Mozart fue, en el siglo de las luces, la luz del sol.

Anna Netrebko - Russian Album


Anna Netrebko - Russian Album

Sigo haciendo publicidad gratuita de Deutsche Gramophon y sus estrellas. Pero es que Anna Netrebko me pone mucho...

Monday, December 18, 2006

Paralelismos descompensados









Los numerosos aficionados a los paralelismos, equidistancias, simetrías, convergencias extremeñas y demás caprichos geométricos han tenido estos días ocasión muy propicia para darle gusto a su poco simpática querencia. Con motivo de las exequias fúnebres de uno de los más detestables asesinos políticos del siglo pasado, un nieto del puerco sanguinario y otro nieto de una de sus víctimas han dado rienda suelta a sus humores, para gloriarse uno de la infamia de su ancestro y para escupir el otro sobre el abominable fiambre del ejecutor del suyo: ancestro infame y ejecutor abominable son la misma odiosa persona, al fin extinta e incinerada (con el consiguiente riesgo de contaminación). La ruindad equidistante, con gesto de hipócrita atrición, nos vendrá a decir que uno y otro, aunque con muy equivocadas maneras, han expresado vehementemente el amor a sus antepasados. Añadirán que uno lo hizo impecablemente vestido de impoluto uniforme blanco y el otro hecho un arrapiezo, y que el primero no traspasó el umbral de la buena educación mientras que el segundo gastó un gesto de rufián de taberna. Melifluamente, invocarán también el respeto que se debe a los muertos y a las ánimas del purgatorio. Bien se ve que la centrada equidistancia ya se nos va desviando un tanto y que el fiel amenaza con descompensaciones y desvíos. Pero da igual, porque los ilustres equidistantes seguirán equidistantemente satisfechos, con la enorme satisfacción del deber cumplido en su ardua tarea de romanadores. Nada peor le puede ocurrir a un equidistante que ponerse en el lugar moral de la escena que sopesa: distinguir entre víctimas y verdugos es un error físico intolerable en un sistema de pesas y medidas que se precie de científico y objetivo.

Observen bien que el nieto de la víctima da la espalda a un paredón. Cada hombre y cada cosa, en su lugar. Descansen.

Friday, December 08, 2006

Deutsche Grammophon - Player. Hélène Grimaud


Deutsche Grammophon - Player
La astucia comercial de artistas, promotores y discográficas es ingeniosa y fértil. He aquí una brillante muestra. El triángulo Schumann-Wieck-Brahms tiene indudable gancho. Grimaud y Deutsche Gramophon lo han sabido explotar a ciencia y conciencia, con la inestimable ayuda de von Otter y la Staatskapelle Dresden, estupendamente dirigida por Pekka-Salonen. Doña Hélène, la bella amante de los lobos, toca muy bien y se lo monta aún mejor. Enhorabuena.

Monday, December 04, 2006

Elina Garanca as Charlotte

¡Magnífica!. La conocí como Sesto hace un par de meses en Garnier. Como Charlotte, me gusta aún más.

Sunday, November 26, 2006

Fabulistas

Confieso mi afición a los dameros malditos de Virginia Montes, heredera en la labor de su señora madre, Doña Conchita, que ya entretenía los ocios de mi juventud, desaprovechada en solucionar pequeños enigmas poco o nada edificantes. Acabo de resolver el que hoy publica, como todos los domingos, el diario EL PAÍS. El texto "oculto" es del fabulista y alto funcionario ilustrado Tomás de Iriarte, una letrilla ingeniosa que dice así:
La discreta lo disputa,
lo escasea, lo dilata
y con argumentos trata
si ha de ser o no ser puta.
Pero armada es tu ballesta,
razón que ella no refuta.
¿Qué piensan las feministas de hoy de esta tierna y jocosa protesta contra incautos calentones de bragueta y sus provacadoras?.

Friday, November 03, 2006

La derechona

Releo mi entrada del día 25 de octubre Disuelta en humo. Es el texto de la parte que tuve en la presentación de la novela de Fernando Bartolomé. El propio autor me ha informado de que a algunos de sus amigos de deportes, mesa y mantel les sentó como un tiro mi supuesta soflama, entendida por ellos como un mitin republicano, radical, sectario y rencoroso. Añadieron, al parecer, que no se fueron del acto por consideración a la amistad que les une con el novelista. Metidos en faena, podrían haber manifestado - no me consta que lo hayan hecho - que, por idéntica razón, no me partieron la cara. Hace muchísimos años que estoy convencido de que esta gente no es que no entienda nada: decididamente, no les da la gana de entender nada. Estar intelectual y afectivamente a favor de la defensa de la legalidad republicana es, en el peor de los casos, una legítima toma de partido y, en el mejor, un ineludible ejercicio de decencia histórica. Si manifestar tal posición de principio resulta radical y sectario, el fiel de la balanza pierde su sentido de equilibrio físico y se torna en puñal homicida. Si caracterizar al franquismo por sus facetas menos sanguinarias es rencor, el recuerdo es una función neuronal superflua que nos obliga a gritar ¡Viva el Alzheimer!. Como bien dijo Fernando en el mismo acto, nada digno y noble se construye desde el odio. Por eso mismo, estos señores nos lo están poniendo muy difícil a todos. Es tristísimo pensar que la dichosa guerra civil lleva camino de no acabarse nunca.

Wednesday, October 25, 2006

Disuelta en humo


Por la parte de la amistad, y desde el humilde punto de vista del curioso lector, me regala otra vez más Fernando Bartolomé el honor de presentar un libro suyo. Se trata en esta ocasión de la novela Disuelta en humo que, ya lo voy adelantando, me parece un logro narrativo de primerísimo orden.

En forma de dietario y con el marchamo del género de intriga policíaca, pauta Bartolomé su relato en el decurso de las trece últimas jornadas de nuestra última guerra civil. Muy breves introducciones en cursiva glosan, al inicio de cada entrada en el registro del día, acontecimientos significativos e ilustran al lector sobre el panorama bélico, social y político, español y extranjero, que se va dibujando de manera no por previsible menos dramática. Esta referencia a la estructura de la novela resulta pertinente porque considero ese formato como uno de sus muchos y muy sobresalientes aciertos. Sólo de muy pocos de estos aciertos me ocuparé ahora: dar cuenta de todos excedería con mucho el tiempo que la prudencia y la elemental cortesía aconsejan para una ceremonia de este estilo.

Varias de las reseñas que he podido leer sobre Disuelta en humo destacan aspectos estilísticos y hablan de cosas como pulso cervantino, que sé que a Fernando le halagan mucho, pero que, precisamente por ser Fernando quien es, diré, con su venia, que me parecen una forma como otra cualquiera de tomar el rábano por las hojas y de resaltar lo obvio. Me explico. La familiaridad de Bartolomé con los autores del siglo de oro español es tal que, sin exagerar demasiado, se puede decir que incluso en su hablar cotidiano se expresa como lo hacen Gracián, Quevedo o Lope en sus ensayos, sonetos y comedias. Le viene de sabiduría y oficio. Por eso, nada tiene de extraño que su prosa esté impregnada de ese perfume clasicista que tanto llama la atención de sus neolectores. Mejor me cuadra a mí ponderar, en lo que a formalidades se refiere, la vivacidad de sus diálogos o el uso de un léxico expresionista, rico, eficaz y contundente con el que, además de frases redondas, logra imprimir carácter plástico a sus criaturas de letra. Un solo ejemplo entre mil: la utilización del verbo caparrear en su justo y adecuado lugar dota a escena y personaje de un color certero, de una exactitud y precisión inimaginables.

Más me interesa detenerme un poco en la envergadura moral de los dos personajes principales de la novela y en el carácter propio de ésta. Hay bastante de camusiano en el policía cincuentón y autodidacta Santiago Bragado, lombrosiano y sentimental, y el cirujano aristócrata y entregado Pedro Aventín, malcasado y santo laico. Componen ambas figuras un contrapunto trágico cuyo encuentro final es la consecuencia ineluctable de unos impulsos vitales irrefrenables y autodestructivos, arrastrados por un viento histórico emponzoñado.

Para su bien, Disuelta en humo no es una novela política en el sentido habitual que a la combinación del tal nombre y tal adjetivo se suele dar. Pero no es, no podría jamás ser – y quien conozca a Fernando lo sabe – una novela ahistórica. Muy al contrario, es una novela concienzudamente histórica – y ello en más de un sentido. El acercamiento de Bartolomé a sus personajes es profundamente compasivo en el más noble y etimológico sentido de la palabra. Y la mirada que dirige al abrumador telón de fondo –el final de la guerra- es lúcida y honestamente comprometida (también en el mejor sentido de la palabra), pero en absoluto privada de emoción. No puede ni debe permitírselo a sí misma una persona capaz de reconocer en el inicio del poema sinfónico Mazeppa, de Listz, los sombríos compases de La Varsoviana.

Compasiva, lúcida, honesta, comprometida, también indignada… Así es la mirada de Fernando Bartolomé a los últimos días de esa guerra incivil, con unos vencidos humillados y autotraicionados y unos vencedores no sólo totalmente exentos de generosidad, sino dispuestos a llevar a cabo una operación de exterminio y execración que, por la parte de la execración, perdura, o intenta perdurar, hasta nuestros días. Esta descomunal vileza se ejecuta bajo los auspicios de un régimen que era, sí, una tiranía cruel, pero también, y por encima y por debajo de eso, una mezquinocracia sin dignidad y sin lustre que sumió al país entero en un marasmo de grisura y acanallamiento cuyas consecuencias aún sufrimos.

Wednesday, August 02, 2006

Retratos nada imaginarios. 4.- Ulrika

Es la fealdad y no la majestad de la imagen la que hace justicia a Ulrika. Porque Ulrika es constitutivamente fea de cuerpo y de alma , de rostro y de talle, por detrás y por delante, por arriba y por abajo. Tiene pujos de plutócrata e ínfulas de gran señora. Amante del protocolo helvético, orna sus convites de melindres y frufrús, de gollerias y delicadezas muy ricas en colesterol. Esta riqueza de lo superfluo se extiende por todos los ámbitos ulrikenses. Porque Ulrika es rica y presume de rica, es tonta y presume de tonta, es mala como un dolor y presume de bondad franciscana. A Ulrika se le llena la boca de pâté de fois y de proyectos empresariales ambiciosos y muy modernos. El primero enriquece su obesidad, los segundos empobrecen a sus clientes y proveedores. Hipócrita, falsa y dañina, se regodea en la insidia marrullera y el pellizco de monja envenenado. Miente más que caga, aunque caga toneladas cúbicas de mierda amarillenta y viscosa: comenzó siendo sólo pedorra pero fue mejorando su arte hasta el virtuosismo. Miente por mentir y por chinchar, pero, con más inteligencia, podría llegar a ser una profesional de la trapacería y del embuste productivo. Apunta maneras para el rijo y la ninfomanía, pero su fealdad y su condición de divorciada cornuda la mantienen en estado perpetuo de castidad obligada. Alcanza sus mejores logros en el pasmo de papanatas y advenedizos. Posted by Picasa

Retratos nada imaginarios. 3.- Casandra

Ni tiene el don de la profecía, ni fue amada por Apolo, pero merece ser muerta a manos de Clitemnestra. Esta peculiar sibila vaticina, eso sí, desastres y acierta siempre que es ella quien los provoca. Es amiga de Calpurnia, con la que gobierna una pequeña sociedad de socorros mutuos. Su rostro, de nada serena hermosura cuando joven, evolucionó hacia una decrepitud agresiva, mustia y demacrada. Su terreno de juego es propicio a la artimaña sórdida, a la intriga zafia, al comadreo destructivo. Las malas artes y el envite tramposo son sus armas predilectas, porque, poco sutil como es, las cree muy femeninas. Manipula a quienes reputa fieles, aunque poco le duran las lealtades que no sean excepcionalmente estúpidas. En estado de ebrieda alcanza las más inaccesibles cotas de vileza.
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Tuesday, August 01, 2006

Retratos nada imaginarios. 2.- Calpurnia

La envidia, como los celos, es de color verde. La envidia es el más odioso y mezquino de los siete pecados capitales, más incluso que la avaricia, pues, a diferencia de ésta exige el infortunio del prójimo como condición necesaria del deleite propio. Calpurnia es constitutivamente envidiosa y, como tal, primariamente odiosa y mezquina. El color verde cloaca trasluce en su rostro adusto y esquinado. La llamo Calpurnia, sin saber si la esposa de César era o no envidiosa, porque la sonoridad híspida y agreste de ese nombre conviene y se adecua al alma retorcida de mi retratada como la vaina al puñal. El marido de Calpurnia no escribió La Guerra de las Galias porque tampoco sería capaz de escribir con la mínima solvencia exigible la croniquilla de un partido de fútbol de segunda división. Esta circunstancia encorajina inconfesable e inconfesadamente a Calpurnia, cuyo carácter se agria más y más según declina su vigor hormonal. No es Calpurnia escasa de luces, pero su inteligencia se ve dañada por la acidez de los humores. Es sumamente infrecuente y difícil oir de Calpurnia una frase amable o un comentario benevolente. Calpurnia se cuece en su propia salsa avinagrada y morirá con un rictus de inquina sorda y de livor en los labios.
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Monday, July 31, 2006

Retratos nada imaginarios. 1.- Doña Sol

Es totalmente asexuada, pero gusta de imaginarse, como Manon, in quelle trine morbide. Carece del más elemental sentido común, lo que no le impide intentar, y en ocasiones conseguir, gobernar la vida de cuantos le rodean. Una dulzura impostada, ultrasuave y sumamente cargante disimula apenas la abrasividad de una lija del nueve. Autoritaria, egocéntrica hasta el ombliguismo, desconsiderada y fatua, pretende convencer al mundo de su preocupación por el prójimo, su desprendimiento y su liberalidad. Más cursi que la niña de la estación, exhibe pujos de buen gusto artístico. Posee un piano de cola que ocupa toda una pieza de su casa y cuyas teclas esperan a perpetuidad la mano de nieve -por lo fría- que les arranque el primer compás. Metidos en becquerianos gastos, debemos señalar que alberga la firme convicción de ser la destinataria nata de la rima que comienza con eso de Cendal flotante de leve bruma..., pero su sutileza y su espiritualidad se parecen más a las de la señorita de Trevélez que a las de la Laura de Petrarca. Atacada del síndrome de la divorciada cornuda, se reconcome y complace en putear a su "ex" y en hacerse acompañar de chevalier servant, que le sirve tan solo como animal de compañía, sin los derechos de la más humilde mascota. Hipocondríaca hasta la desesperación, pronuncia conferencias médicas ilustradas, practica el intrusismo recetando pócimas y recomienda profesionales sufridores de su entera confianza. Para reforzar su autoridad, no duda en presentarse, una y otra vez, como cardiópata avezada. Por si tales prendas fuesen escasas, el mayor pelmazo del mundo palidece ante las supremas habilidades en el arte de dar la vara de esta dama singular, que paga las facturas telefónicas más abultadas de la Europa comunitaria y se hace esperar más de hora y media en todas y cada una de sus citas y compromisos, incluido el compromiso político, del que hace bandera agresiva. Last but not least, la señora ha entrado ya en la sesentena.
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Saturday, July 15, 2006

Abuelazgo

Se llama Léo y nació en la maternidad de Les Lilas el pasado día seis. Es mi primer nieto. Por parte de padre tiene ancestros sefarditas. Del lado materno, que es el que me otorga el abuelazgo, tengo la nulamente documentada impresión de que no hay demasiados cristianos viejos por ninguna de las ramas ascendentes por la que se tenga el capricho de trepar. Que yo sepa, niguno de sus actuales parientes más próximos profesa religión alguna. Bienvenido seas, muchachito. Estás en buenas condiciones de crecer libre y feliz, incluso en un mundo tan baqueteado como éste en el que nos está tocando vivir. Prometo poner todo lo que esté en mis manos para que así sea. Se te ve un rostro más diferenciado de lo que suelen estar los de los mamoncillos de tu edad y condición. Consérvalo y mejóralo, incluso después de los cincuenta, edad a partir de la cual, según se dice, cada quien tiene la faz que se merece. Después de los cincuenta y después de los ciento cincuenta, porque, como dice el conocido chiste, para qué poner límites a la divina providencia. Brindo por tí.
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Sunday, July 02, 2006

Sara Montiel

Esta señora que hoy vemos, queridos niños, como ilustración fondona y abotargada del sic transit gloria mundi, fue, como podeis observar, mujer de belleza singular y rotunda, con un tirón erótico capaz de mover la entera dotación logística de RENFE. Este juguete roto, que sobrevive de la avidez de las revistas de la entrepierna, encandiló los más tórridos sueños de la generación de mi padre y de la mía propia, en un tiempo en que la mugre verdinosa y grisácea del franquismo hedía con particular acritud. Este icono vivo de la mariconería ibérica y mundial cantaba con excitantísima voz de fregona constipada y cursi los cuplés más socorridos y hacía de ellos baladas lánguidas y libidinosas que nos ponían como una Harley Davidson. Este ser patético y vulgar se pasó por la piedra, según cuenta en sus memorias -y me cuesta creer que mienta- a lo más granado de las ciencias y de las artes, desde Gary Cooper hasta Severo Ochoa, desde Hemingway a su marido Anthony Mann. En ocasiones, se empeñaba en disfrazarse de gran dama, pero su encarnadura era más de putón verbenero que de chulapa castiza o de marquesona candonga, y aún con todo y eso levantaba los corazones y demás órganos vitales con mayor y mejor eficacia que el más vigoroso estimulante con sólo dejarse ver. Tenía el alma plebeya y el instinto proletario, antes de convertirse en pasto de logreros. Fue, en fín, mujer de rompe y rasga, de armas tomar y no de pelo en pecho sino donde se debe tener.
Contemplando la imagen que ilustra esta entrada, no pude resistir la tentación de hacerle este homenaje, aunque sí la de hacérmelo a mi mismo. Cosas de la edad.
Va por usted, doña Sara.
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Il Comte Ory

Van en orden cronológico inverso los comentarios sobre el recital de Isabel Rey, que tuvo lugar ayer, sábado y día dos y sobre Il Comte Ory, que se representó el viernes, día uno. Vaya en primer lugar una opinión que no suscribe una porción no demasiado escasa del público: me encantó la puesta de escena de Lluis Pasqual. A quienes piensan que una historia bufa de sabor medieval, con cruzados ausentes, damas aburridas, seductores torpes y lances equívocos no se pude ambientar en un lujoso salón con arañas cristalinas, mesas de billar muy historiadas, cortinas propias de la marquesa de La Regenta y vestuario rigurosamente actual, sólo desmentido por las imprescindibles tocas monjiles y los expresivos cascos de capirote, les pido humilde licencia para replicar que tales decorados forman parte de una brillante, irónica, desvergonzada y adecuadísima intención narrativa. Nada impide imaginar que unos ricos burgueses ociosos se están contando a sí mismos un ensiemplo chocarrero, una decameronada chunga y chusca, una juerga alegre y disparatada en la que nada es verosímil, pero sí muy divertido y risible. Los abundantes guiños, a pesar de ser muy obvios, refuerzan la comicidad de las situaciones. Como el burlador es un cretino y debe resultar justa y necesariamente burlado, como las damas virtuosas tienen su virtud muy a punto de caramelo, todo debe decirse como se dice y presentarse como se presenta. Como todos los personajes están al cabo de la calle de lo que está sucendiendo y va a suceder, nadie necesita evitar la trapisonda. Y en esa trapisonda, el salón decadente queda de lo más propio.
En la imagen elegida, la puesta en escena es la misma que anteayer hemos contemplado. Sólo que en ella está Juan Diego Flórez, que habría culminado una velada, digna de todos modos de feliz recuedo. Marc Laho es un tenor belga, rechoncho y correctito, cuya voz palidece y se esfuma ante la sola evocación de la del peruano. Hay un DVD que recoge una interpretación suya del mismo personaje (Ory) en el festival de Glyndebourne de 1999, en el que Diana Montaigue hace un Isolier bastante mejor que el de Francesca Provvisionato. Excelente y muy guapa la soprano rusa Irina Samoylova (Adéle), muy en su sitio el barítono bajo Simón Orfila (Le Gouverneur) y apropiada la mezzo Marina Rodríguez-Cusí como Ragonde. Los demás, ni fu ni fa.
Las banderitas de colores arco iris que se agitan en la escena final ¿son otro guiño de Lluis Pasqual? Andrés, que es muy sabio, cree que no.
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Recital de Isabel Rey

Por comprensible capricho, los organizadores del festival Mozart quisieron rematar el de este año con una sesión monográfica del valenciano Martín y Soler, contemporáneo de Mozart, a quien el genio tenía en muy buena consideración. El rito fue oficiado por la también valenciana Isabel Rey, habitual de la casa y elegida por Harnoncourt para algunas grabaciones mozartianas.
Veintiuna canzonette son muchas canzonete aunque sean ligeras y graciosas, se distribuyan en dos partes con un intermedio, se completen con un aria de ópera y, con todo, no ocupen más tiempo que una hora y diez minutos. Tal vez por eso mismo, Isabel Rey, por iniciativa propia, sin hacerse nada de rogar, declaró que tenía ganas de hacer más música y se arrancó con el Fado de Halffter cuando aún no habían acabado los aplausos, algo fríos, de un público con cara de circunstancias. Vino despúes el vals de Mussetta (Quando m'en vo), porque, al parecer, La Bohème forma parte del repertorio de esta soprano mucho más mozartiana que pucciniana. Cantó luego con delicadeza suma y sensibilidad muy cálida Deh, vieni non tardar...Giunse alfin il momento, la deliciosa aria de Susanna del cuarto acto de Le nozze di Figaro. La emoción alcanzó aquí muy altas cimas y tal vez hubiese sido ese el momento de encenderse las luces. Pero la valenciana quiso darse -y darnos- el gusto de ponerse picaruela y cantó Quel sguardo il cavaliere, de Don Pasquele, que debió de servirle de ensayo y precalentamiento muy anticipado de la función que, según nos informó, tenía hoy a las dos de la tarde. Y con esto nos despedimos hasta el año próximo.
Adelgazó considerablemente la señora Rey y luce imagen estilizada, elegantemente enfundada en vestido de color oro viejo. Sugestiva, aunque las marcas de edad se hagan más visibles con esta nueva fugura. Se me ocurrió hacer una porra conmigo mismo y pronosticar que lleva encima cincuenta y siete primaveras. ¿Puede alguien decirme si he acertado?.
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Tuesday, June 13, 2006

DOS SONETOS LAUDATORIOS


DOS SONETOS LAUDATORIOS AL EXCELENTÍSIMO SEÑOR
PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Jefe eres popular y carismático,
Orador de verbo fácil, preciso,
Sabio, cabal en el decir, conciso,
Elegante, viril, de perfil ático.
Mereces ser considerado como
Avezado estadista, gran político,
Robusto prócer de talante crítico,
Infatigable cid de recio aplomo.
Aquellos que negaron tu talento
Antes de conocerte deberían
Zambullirse entre el oprobioso lodo.
No sin tacha asimismo quedarían
Aquellos que de uno u otro modo
Reacios son a ver tanto portento.
Entre una turbamulta de corruptos
Supiste alzar tu voz siempre tronante,
Ungido por la gracia del desplante,
No dudaste en correr riscos abruptos.
Pujol te requiere, cúmplete Anguita,
Ilustre tribuno; tu buen gobierno
Justo en el fondo, pulido en lo externo,
A muchos deja lo que a pocos quita.
Tardará España en alcanzar un día
Regidor como tú, don tan preciado,
Ínclito varón, cuya nombradía
Se hace universal, y será pecado
Tenerte por maldad o por falsía
Eludido o del poder apartado.

Según consta en el registro de Word, escribí estas ripiosas y truculentas rimas, el día 2 de febrero de 1999, a imitación de las que Balbontín hiciera publicar en La Nación, el diario oficioso de la dictadura del general Primo de Rivera. Creo recordar que el acróstico de Balbontín rezaba Primo es borracho*. No me conformé con un solo soneto y perpetré dos, pretendiendo ser menos contundente. No he vuelto a revisar los versos, muy posiblemente mal medidos y con seguridad horros de ritmo y gracia. Que las musas y Balbontín me perdonen. No creo, sin embargo, que deba pedir disculpas, al ex-presidente del Gobierno, dado que debe estar fuera de toda duda -y así lo deseo manifestar de modo expreso- que está totalmente ausente el animus iniuriandi, aunque no el animus iocandi. Sólo el deseo de divertirme y, si posible fuese, divertir, me ha movido. Se trata, con toda evidencia, de un juego inocente, totalmente exento de malicia y así espero que se entienda por parte de los muy improbables lectores.

*En efecto, según he podido comprobar, el 14 de abril de 1929, La Nación publicaba, bajo seudónimo, el siguiente soneto:

Paladín de la Patria redimida,
Recio soldado que pelea y canta,
Ira de Dios que cuando azota es santa
Místico rayo que al matar es vida:

Otra es España a tu virtud rendida;
Ella es feliz bajo tu noble planta;
Sólo el hampón, que en odio se amamanta,
Blasfema ante tu frente esclarecida.

Otro es el mundo ante la España nueva;
Rencores viejos de la edad medieva
Rompió tu lanza, que a los viles trunca.

Ahora está en paz tu grey bajo el amado
Chorro de luz de tu inmortal cayado
¡Oh pastor santo! ¡No nos dejes nunca!


Monday, June 12, 2006

Las memorias de Lorenzo da Ponte


Dejo iniciada esta reseña apenas comenzada la lectura del libro, porque no podría perdonarme la omisión de comentar tan sabroso bocado

Metaliteratura de excelente ley: El pecho, de Philip Roth


Creo que fue en 1972 cuando se publicó en Nueva York esta novela tan referencial, en cualquiera de los sentidos que al adjetivo se le pueda y se le desee dar. Creo también que la edición de Mondadori, recién aparecida en el mercado, con traducción de Jordi Fibla, es la primera que se publica en España. Si así es, sorprende bastante que se haya tardado treinta y cuatro años en dar a conocer a los lectores españoles este inquietante relato

Sunday, June 11, 2006

La Cena, de Brisville

Como muy bien dice Andrés Sobrino, amigo excelente, conocedor abundoso de todas las literaturas, degustador y amante de las artes escénicas, cada vez que tenemos ocasión de disfrutar del teatro de texto, agradecemos la oportunidad que se nos da con justificado entusiasmo. Y esto es lo que ocurrió el otro día con la representación de La Cena, de Jean Jacques Brisville, con Josep María Flotats y Carmelo Gómez, que recorren ahora los teatros de provincias después de más de un año de éxito continuado en Madrid. Como es sabido, Brisville propone una plausible reconstrucción hipotética de lo que pudo haber sucedido en la noche del 6 al 7 de julio de 1815, día en que Talleyrand, sostenido por Fouché ("el vicio del brazo del crimen", en palabras de Chateaubriand) entra en la cámara regia del que se dispone a ser Luis XVIII, ya en Saint Denis y con Napoleón definitivamente caído. Ambos prodigios de corrupción, desvergüenza, indignidad, oportunismo y capacidad de supervivencia política son conscientos de que la única posibilidad que tienen de salvar el pellejo y la carrera depende de lo que el otro pueda maquinar: llegar, pues, a un acuerdo de circunstancias resulta vital para cada uno de ellos. Los dos tienen poderosísimas razones para odiarse y desconfiar del otro. Los dos sienten la necesidad de amedrentar y de destruir las posibles estrategias de su rival y necesario aliado. Uno y otro tienen la astucia de una rata de alcantarilla y la ilimitada capacidad letal de una serpiente venenosa. En el forzado acuerdo no puede, pues, haber vencedor ni vencido: ambos perecerían con la derrota de su enemigo. El sanguinario palurdo no despecia menos al aristócrata putrefacto que éste a aquél, pero se necesitan mutuamente.
Los diálogos son mucho más que ingeniosos: son de una finísima sutileza y una infrecuente inteligencia. La deuda del autor con Chateaubriand, cuyas Memorias de ultratumba se citan en off en la escena final, es evidente y explícita, pero no supone ningún lastre para la creación dramática y el vivaz desarrollo de la situación.
Dos monstruos de las tablas, el histriónico Flotats y el sobrio Carmelo Gómez ponen vida y derrochan talento en la encarnación de dos personajes que parecen hechos a medida para sus respectivas habilidades.

Saturday, June 10, 2006

Il dissoluto punito, de Ramón Carnicer


Lo que ayer, en primicia, hemos visto y escuchado, dentro de la programcación del festival Mozart, es un más que obvio refrito mozartiano-rossiniano, un saludablemente descarado pastiche vienés-belcantista. Por esas mismas razones, está de más cualquier comparación que se estuviera tentado a hacer con los maestros de Salzburgo y Pesaro. El mismo texto de Lorenzo da Ponte al que Mozart puso música, con algunos añadidos y unas pocas más supresiones, con un orden secuencial algo cambiado (que en nada afecta al conjunto de la trama) y prescindiendo por completo del final "moralizante", sirve a Ramón Carnicer para su incursión en terrenos no por trillados menos inquisitivos. Decíamos que estaban de más las comparaciones y no las haremos. Desde la obertura, están muy claras las resonancias y las referencias e incluso alguna cita textual musicalmente explícita: ¿qué importa, pues, que poco más tarde el aria del catálogo sea más melancólica y mucho menos punzante que la de Mozart o que, ausentes los personajes de Zerlina y Massetto, asuman alguna de sus peripecias Dona Anna y Don Ottavio (un zampabollos avant la lettre, más tonto aún que el que perfila Mozart ), o incluso que el papel de Donna Elvira esté notablemente desdibujado? Carnicer pretendía mucho más ensayar y homenajear que emular o competir. Baste pues constatar que su intento y su propósito tienen logros y aciertos muy sobresalientes, entre los que es obligado destacar las secuencias finales de cada uno de los dos actos que alcanzan muy elevadas cotas de nobleza, hermosura musical y dramatismo de buena ley.
Sí conviene llamar un poco la atención sobre las peculiaridades del personaje principal en la ópera de Carnicer. El burlador disoluto, encarnado por un tenor y no por un barítono, olvida en algún momento su propia condición y llega a enamorarse de Donna Anna y a confesar miedo en la escena del cementerio. Sutilezas éstas bien captadas y expresadas por el joven intérprete ruso Dimitri Korchak, especialmente bien entonado y brillante. Muy correcto el barítono polaco Wojtek Gierlach como Commendatore, muy noble y templada la voz de la soprano italiana Annamaria dell'Oste, conjugando coloratura y dramatismo con competencia más que suficiente, discreto el Don Ottavio de Juan Luque Carmona, difícilmente calificable la Donna Elvira de Enrica Fabbri y muy prometedor José Julian Frontal como Leporello. Magistral, como siempre, la batuta de Zedda al frente de la ya muy consagrada Sinfónica de Galicia
En el entreacto tuve ocasión de intercambiar unos breves comentarios con el muy ilustre crítico Arturo Reverter. No le gustó nada al excelso mozartiano de la revista Scherzo la puesta en escena de Damiano Michieletti, con escenografía de Edoardo Sanchi y vestuario de Carla Teti. Pido permiso para discrepar humildemente de tan reputada opinión. Es sorprendente, pero muy eficaz y, paradójicamente nada fría, la idea de ambientar la trama en una modernísima cocina profesional, alicatada hasta el techo, y también en el techo, que permite figurar los distintos escenarios con engañoso minimalismo. Espléndida la versatilidad del vestuario que permite convertir un equipo de cocineros en un ejército infernal o un chef en un majestuoso Comendador pétreo. En cuanto a la presencia de procaces bailarinas de revista que, con máscara de cerditas, van pautando la escena del intento de seducción, me parece, al contrario que a Reverter, muy poco banal y de lo más propio: sugieren muy adecuadamente una orgía chillona, muy acorde con el resto del planteamiento escénico. Las mismas tres guarrillas ilustran muy convincentemente el banquete final, festín de lujuria y no de gula: queda muy evidente cual es la clase de faisano que Don Giovanni degusta con bocconi di gigante y cuales son las sobras que Leporello desea compartir.

Sunday, June 04, 2006

Otra vez el Festival Mozart

En esta edición de 2006, no cogí el abono y hube de contentarme con cuatro espectáculos sueltos que se celebran en fines de semana. El primero de ellos tuvo lugar ayer en el teatro pequeño, con escenario en obras. Era sábado, no martes, ni viernes. Era día 3 y no 13. Sin embargo, alguna maléfica confluencia astral debió de producirse, porque sólo de ese modo puede explicarse que, con sólo treinta minutos de diferencia y en el reducido ámbito del odeón, la soprano Isabel Monar estuviese a punto de romperse la crisma, con resultado final de sólo leves desgarros en su elegante vestido azul de raso, y el joven pianista Rubén Fernández Aguirre perdiese una partitura. Con retoques en el orden del programa, el recital se desarrolló de manera musicalmente irregular. Por orden inverso a la agudeza de sus respectivos timbres, los tres solistas hicieron sus presentaciones vocales con Martín y Soler. Así pues, el barítono David Menéndez entonó una Preghiera algo fría, pero muy correcta; la mezzo Marina R. Cusí despachó Da parte gli scherzi, de L'arbore di Diana, con natural elegancia, y la soprano Isabel Monar se repuso de su percance con simpática entereza y cantó Consola le pene mia vita, de Una cosa rara, con solvencia más que suficiente.
Continuó la primera parte con los deliciosos Notturni de Mozart. Estas piezas de precisión, estos mecanismos de relojería artesanal y bellísima son una trampa mortal para navegantes mozartianos. Y en esta trampa estuvieron a pique de perecer los tres animosos héroes de la velada. Faltó temple, faltó concertación, sobraron voluntades aisladas y el el peligro de naufragio se vivió con angustia apenas mitigada con el respiro del intermedio.
El inicio de la segunda parte no contribuyó a ahuyentar los nubarrones: el joven Menéndez se olvidó por completo de que estaba cantando Mozart y atacó el aria de concierto Mentre ti lascio o figlia con una forza verdiana absolutamente fuera de lugar. Moderó el despropósito la mezzo Cusí poniendo vida y empeño en una Ombra felice ... io ti lascio muy estimulante, y sol radiante y vientos templados y favorables iluminaron y tensaron las velas con el espléndido Ch'io mi scordi di te que nos regaló una Isabel Monar en estado de gracia, pese a algunas levísimas imprecisiones de legato. Los tres intérpretes se redimieron por completo con cinco tercetos inspirados y sentidos, entre los que se encontraban el onomatopéyico Auf den Tod einer Nachtigall, el masónico Dir, Seele des Weltalls y el desfachatado Das Bandel. El público aplaudió con más que justificada generosidad y los artistas nos brindaron un muy premeditado y bien cantado Soave sia il vento, fuera de programa. Todos salimos reconfortados y contentos. Lástima que el desgarro del precioso vestido de Isabel Monar no haya sido muchísimo mas amplio y mejor colocado; es buena moza, rotunda y sugerente de cintura para abajo, elegante y sutil de cintura para arriba, de rostro expresivo, bello y armónico: pone.

Thursday, May 11, 2006

Familias "monomarentales"

Frecuentemente, soy el último en enterarme de las cosas que suceden en mis entornos más inmediatos, incluido el laboral. Así, por ejemplo, esta misma mañana, tuvo que ser una compañera quien me diese noticia de que una convocatoria de plazas para guarderías públicas debió corregirse, y fue además objeto de cuchufleta mediática, porque en su texto figuraba la expresión "familia monomarental o monoparental". La buena mujer quería que le aclarase, en mi condición de filólogo bricoleur (y de chichinabo), si la corrección era pertinente y la rechifla justa. Me lo pidió por correo electrónico y he aquí mi respuesta:

A ver si podemos aclararnos un poco.
El vocablo parental proviene, obviamente, del latín parens-tis, participio activo del verbo parire (=parir). Parens es, pues, quien pare y, por extensión, quien engendra (o, mejor, quien fecunda o insemina). Parentes son, en consecuencia, la madre (que pare) y el padre (que insemina o fecunda). En una siguiente extensión semántica, son parentes (=parientes) todos los unidos por una relación consanguínea o, incluso, afín. Está claro que, en este caso, los que nos interesan son el padre (que insemina o fecunda) y la madre (que concibe y pare). En estos estrictos téminos, la única familia monoparental de todos los tiempos sería la formada por Jesucristo y su madre, siempre que se acepte la sinrazón de que María permaneció virgen antes del parto, en el parto y después del parto, caso extraordinario y único de partenogénesis humana. Chorradas aparte, quedamos en que son parentes tanto la madre como el padre (y, si me apuras, más la madre que el padre, pues es ella la única que pare, con o sin "couvade").
Sin ponernos tiquismiquis, podemos admitir la parasíntesis "monoparental", siempre que ello se refiera a una familia constituida por un hijo, o varios, y sólo uno de sus dos progenitores. Pero, ciertamente, lo de "monomarental" es un despropósito lingüístico y una "cantada" ignara y paleta. Son las consecuencias nefastas de querer ser políticamente correcto a toda costa.
¡Ay, "mare" mía, que la virgen ("monomarental") de los desamparados nos ampare!
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Wednesday, May 10, 2006

Der Besuch des alten Dumm, oder Der Kulturkommissar, oder "Ridicule"


Por obvio que resulte, necesito explicar el título de esta entrada: se trata -discúlpenme la prescindible aclaración- de un torpe juego de palabras con el título original del célebre drama de Dürrenmatt La visita de la vieja dama, sustituyendo, con las necesarias adptaciones de género gramatical, Dame (=Dama) por Dumm (=tonto).
En el intermedio de la representación del Don Carlos verdiano que tuvo lugar ayer en mi ciudad de residencia, me encontré con un vecino de mi ciudad de origen, levantino de nación y amante, según sus propias palabras, del cuadrante noroccidental de la península, que usurpa más que ocupa un alto cargo en la administración cultural del municipio. Venía el sujeto a estudiar, a cata y a cala, las posibilidades de llevar a su jurisdicción a la compañía búlgara que perpetraba el desaguisado. Loable y esforzado propósito de un funcionario eficiente y resolutivo.
Debería, en todo caso, de haber sido yo el sorprendido por el encuentro. Pero esta clase de individuos posee la virtud de volver del revés cualquier situación, por peregrina que ésta sea y, como si lo más natural y lógico del mundo fuese su presencia a cuatrocientos kilómetros de de su casa o de su lugar de trabajo en día de labor y lo más absurdo e inimaginable la mía en un espectáculo en el lugar en que vivo, exclama el iluminado:
- ¡Pero bueno...! ¿Cómo tú por aquí?.
Como es fácil de imaginar, el comisario de cultura es un hombre untuoso y relamido, engolado y pedantón, menudito y con pujos de seductor caduco, se autorreputa de afrancesado y no pasa de precioso ridículo. Por otra parte, debe de andar circunstancialmente muy necesitado: se le iban los ojos tras el culo espléndido de la alcaldesa pepera (que, sin que sirva de precendente, ornaba con su palmito un evento operístico), como los de un hambriento tras un chorizo de Cantimpalo.
De los búlgaros y su versión de Don Carlo, mejor no hablar mucho: si no se hubiesen merendado el primer acto enterito, si no hubiesen cambiado arbitraria y gratuitamente el final de la obra, si, por el contrario, se hubiesen cargado, por incompetencia absoluta, al fulano que interpretaba al Marqúes de Posa en el inicio mismo de la representación, sin esperar al lugar propio del acontecimiento en el cuarto acto, su actuación podría haberse tolerado, pese a lo casposo y cutre de la escenografía y a la sustitución de las sandalias del Gran Inquisidor por mocasines blancos con adornos de goma negra.
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Monday, May 01, 2006

Una camarera que se parece a Virginia Woolf



Pasé este fin de semana con estrambote en mi ciudad natal. Menguadas están sus antiguas glorias industriales y su presunta prosperidad siderúrgica, lo que no impide que tenga una sorprendente ocupación hotelera que llegó al cien por cien en estos tres días de vacación. Sus visitantes no deben ser demasiado andariegos, ni siquiera paseadores, porque las calles del centro histórico ofrecían un aspecto más bien tristón y ralo. Estaban, al parecer, llenos los restaurantes y tabernas especializados en cocina y bebida regionales. Por eso, y también por razones de amistad y de fuerza de la costumbre, acudí a los sitios que más frecuento para abrevar y pastar. Uno de ellos, que utilizó José Luis Garci para ambientar alguna secuencia de su película You are the one, está regentado por un viejo amigo, mejor persona que empresario, cuyos empleados, bastante cambiantes, gozan del dudoso privilegio de la desfachatez controlada, que ejercen con los clientes de confianza, entre los que me cuentan. Siempre creí que el más antiguo de los camareros, especialmente deslenguado, era el mejor cualificado para hacerse con la titularidad del negocio una vez que su dueño actual se decida a darle gusto a su inveterada vocación de rentista. Pero me bastó oir dos frases a una nueva empleada, una uruguaya con la mirada en la caja y el perfil en la parroquia, para darme cuenta de que esta joven, acuciada por la precariedad del inmigrante, le merendará las aspiraciones con cuchillo y tenedor a su veterano compañero. Se parece a Virginia Woolf y tiene mucho más de wolf que de virginia. Triunfará.
Relaciono la anécdota y la poco audaz profecía con la caracterización que del paisanaje de la ciudad hace otro de sus nativos. Toma de la novela del amigo Fernando Bartolomé Matar a un rey una frase campanuda: "...hidalgos de escasa fortuna y con pretensiones a espuela", y la aplica a sus convecinos más rancios. No creo que sea justo en su apreciación. En mi patria chica hay la misma proporción de caballeros tronados y faroles sin aceite que en cualquier otro burgo de su entidad y dimensiones. Lo que sí tal vez se respire es una cierta galbana posmetalúrgica de la que convendría sacudirse más pronto que tarde.

Monday, April 10, 2006

Carta abierta a Lucía Etxebarría

Sra. Dª Lucía Etxebarría
Premio Planeta

Muy señora mía:
Acabo de leer la columnilla que, con el título La gauche divine, publica usted hoy en un periódico de difusión gratuita, promovido precisamente por el grupo editorial que tuvo la avilantez de otorgarle a usted su premio estandarte no recuerdo bien que año.
Utilizando como fuente un diario bien conocido por la generosidad con que trata a personas y personajes de izquierda cuando arroja sobre ellos todas sus inmundicias, nos habla de la fortuna personal de Bernard Henri-Levi y de la novela de su hija Rien de grave.
Permítame, antes que nada, un ejercicio inocente de pedantería cicatera. El nombre francés que designa al conjunto de municipalidades y barrios de la periferia de París tiene género gramatical femenino y se escribe banlieue y no banlieu como usted o, menos probablemente, el corrector de guardia han escrito. Por otra parte, hay en esa banlieue inmigrantes y desheredados de la fortuna, pero también zonas residenciales de muy alto copete. No se olvide usted, Doña Lucía, de que Vincennes por el este, o por el oeste Neully, Versailles y Rambouillet forman parte de la periferia. Por último, Saint Germain des Prés, con tanto prestigio de barrio intelectual (a saber por qué), es, ciertamente, una de las zonas más caras de París, pero el dudoso privilegio de ser la más cara lo venía ostentando hasta hace bien poco el distrito dieciséis. Peccata minuta y pelillos a la mar.
Lo enojoso, lo verdaderamente molesto, es considerar al proclamado nuevo filósofo Bernard Henri-Levi como un ejemplar de la izquierda francesa, sea ésta divine o humaine. Estamos bastante acostumbrados a que usted, en sus pintorescas apariciones públicas, confunda la velocidad con el tocino, el culo con las témporas y la gimnasia con la magnesia. Pero hoy se supera usted a sí misma. Me puedo imaginar la estupefacción del propio interesado si llega a enterarse del despropósito. Enhorabuena, señora Etxebarría: hoy ha confundido usted la bisectriz con la gripe del pollo (o de su hembra).
No he leído Rien de grave y, por tanto, no puedo pronunciarme sobre su calidad literaria. Pero mucho me temo que, en el peor de los casos, no ha de ser inferior a la de cualquiera de las novelas, es un decir, que usted viene perpetrando.
Queda de usted afectísimo y s.s.q.b.s.m.
vizcondedenada
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Sunday, April 09, 2006

Tirante el Blanco

Tiene Vicente Aranda en su curriculum de autor muy notables creaciones que lo acreditan como cineasta talentoso y honesto. Se enfrenta aquí con el gran clásico de la literatura hispánica en catalán (sí, ya sé que Joanot Martorell era valenciano, pero me niego a admitir el disparate lingüístico de que el valenciano es cosa distinta a una variante dialectal del catalán). Y el resultado, pese a todas las prevenciones que discretamente el director se impuso, es, en mi humilde opinión, un fiasco. Quiso Aranda elegir para su versión los aspectos más humorísticos, la mirada más erótica y el talante más descreído de las andanzas del aguerrido caballero. Todo ello constituye una posición de partida espléndida, que no es, sin embargo, capaz de evitar un ritmo narrativo cansino y moroso y una frialdad expresiva, provocantes no a risa, sino a ocasionales bostezos que ni la fotografía esplendorosa de Alcaine ni los encantos estimulantes de Esther Nubiola (Pricesa Carmesina), Leonor Watling (Placerdemivida) e Ingrid Rubio (Estefanía) logran conjurar. Las tres están brillantes, como el resto del elenco, con especial mención del veterano Giancarlo Giannini en su papel de Emperador tronado y gagá, y de Victoria Abril, la más rijosa que maligna Viuda Reposada.
En resumen, que si alguien nos obligase a la ingrata tarea de hacer un donoso escrutinio de la obra completa de Vicente Aranda, no salvaríamos a su Tirante el Blanco, como el cura y el barbero cervantinos hicieron con la novela homónima de Martorell.

Saturday, April 08, 2006

La fiesta del chivo

No me defraudó en absoluto la versión cinematográfica de la novela de Vargas Llosa. Con las inevitables elipsis, Luis Llosa logra algo nada fácil: mantener al espectador atento sin esfuerzos durante las dos horas y cuarto de proyección. Cierto que hay omisiones: las prolongadas sesiones de tortura a que es sometido el militante vasco y colaborador de la CIA Galíndez, antes de ser asesinado a manos del propio Trujillo y los equilibrios sobre la cuerda floja que ejecuta Balaguer en las horas inmediatamente posteriores al justo y chapucero tiranicidio, entre las más notorias. Cierto también que no sobra la sutileza en el trazo de algunos perfiles protagonistas y que el incómodo parecido físico (clónico casi) de Isabella Rosellini con su difunta madre Ingrid Bergmann nos provoca la sensación de estar viendo fantasmas. Con todo, la película logra sobrada y dignamente acertar con el tono adecuado para narrar el desgarro vital de Urania Cabral y todo el horror y la infamia de un régimen sanguinario y corrupto. Un déspota necesita siempre de muchísimas complicidades, de demasiadas complicidades, de manera que, como lúcidamente se ha repetido, lo peor de las tiranías no son tanto sus crímenes horrendos como su monstruosa y casi universal capacidad para pervertir conciencias. Ese aspecto crucial queda expresado con suficiencia en el relato novelesco y en su traducción fílmica.
Parecidos molestos aparte, la interpretación de Isabela Rosellini roza lo magistral. Sobrio y convincente Juan Digo Boto como teniente Amadito, contenido y magnífico Paul Freeman como Agustín Cabral y un punto histriónico Tomas Milian, que encarna a Trujillo con una elegancia gestual inadecuada.

Sunday, April 02, 2006

El discurso del energúmeno

Los energúmenos son bastante ubicuos. No se encuentran sólo en los partidos de fútbol de máxima rivalidad o en las tertulias de la COPE. Aparecen en lugares aparentemente insospechados por el refinamiento que gratuitamente se les presume. El otro día, en un concierto de la Orquesta Nacional de Ille de France que se celebraba en uno de los auditorios de la ciudad en la que vivo, mi vecina de asiento por la izquierda, una anciana malencarada y miope, blandió el programa de mano y asestó un papirotazo en el occipucio de otra fémina que ocupaba la butaca del mismo número de la fila siguiente a la que usurpaba la agresora. La víctima, una chica joven y modosa, se quedó literalmente sin respiración y ni siquiera osó volver el rostro hacia atrás. Debemos aclarar que nada hacía la muchacha que pudiera argumentarse como muy parcial descargo del vejestorio: no mascaba chicle, no abría y cerraba su bolso, no desenvolvía caramelos, no tosía, no aplaudía a destiempo, ni siquiera llevaba teléfono móvil. Sonaba el segundo movimiento del Concierto para violín y Orquesta op. 61, de Saint-Saëns. El andantino quasi allegretto debió de convertirse para la infeliz en subito molto dolente, pero mantuvo el tipo con ejemplar presencia de ánimo. En el intermedio, tal vez ya repuesta, con acento muy moderado se atrevió a recriminar al estafermo su fea conducta. La hidra le replicaba: "Movías la cabeza sin parar y me harté". Ni siquiera esto era verdad: la moza, de vez en cuando, apoyaba la cabeza por unos segundos en el hombro de su acompañante y la volvía a erguir. Eso era todo. Tímidamente, intervine en defensa de la ultrajada: no soporto a las gentes que en presencia de una injusticia manifiesta, por leve y poco importante que sea, se callan como muertos.
_ ¡Lo que me faltaba...!
_ O lo que le sobraba, señora.
Ahí se acabó el diálogo. Salí al vestíbulo. La ofendida y su novio también salieron. Nos miramos y no nos dijimos nada. Todo estaba entendido. La bruja quedó rumiando su furia en el asiento.
Esta anécdota banal y sin gracia es, sin embargo, bastante ejemplificadora de una actitud demasiado frecuente: la de quienes se sienten molestos con cualquier actitud del prójimo que, en su ilimitado ombliguismo y bajo su descentradísimo punto de vista, estorba la omnímoda e inatacable imperturbabilidad que se creen con derecho a disfrutar. Lo peor es que tienen traductores políticos muy conspicuos. Posted by Picasa

Wednesday, March 29, 2006

El juego de los fracasos y el juego de los escaques


Mi hija, que es profesora de español en un liceo de la banlieue parisina, me cuenta que uno de sus alumnos, en un ejerciccio de redacción, le mostró la siguiente perla: "me gusta jugar al juego de los fracasos". Como no parece probable que un adolescente adopte para sí una tan lúcida filosofía de perdedor, no nos queda otra opción que la de pensar que el muchacho fue traicionado por su diccionario y, simplemente, consultó échec, en singular y en primera acepción, y se encontró con un fracaso verdaderamente cantarín y tal vez premonitorio. El curioso error puede dar bastante juego para ejercicios de literatura recreativa, pero no es ese mi propósito. Demasiado influido por la actualidad, incurriré con pertinacia en el feo vicio de volver a husmear en el asunto del alto el fuego permanente anunciado por ETA. Lo siento por Doña Elvira Lindo: tal vez tenga yo una insospechada vocación de manifestista.
Tengo la convicción de que pese a apretones de manos, fotografías risueñas y declaraciones públicas alambicadas y abstrusas, Rajoy y el partido popular en bloque de ningún modo van a renunciar a seguir jugando al juego de los fracasos, en la española literalidad de la frase. Van a seguir echando arena al motor del vehículo político de Zapatero, van incluso a intentar echar azúcar en su depósito de gasolina. Y lo van a hacer en cualquier frente, incluido, por supuesto, el de la lucha antiterrorista y el problemático cese de la violencia. Por el contrario, al gobierno no le queda otra alternativa que seguir afrontando una penosa y dificílísima partida de un juego de los escaques (discúlpenme el intencionado galicismo retórico) en el que tiene la única ventaja de jugar con las piezas blancas. Frente a ellas en el tablero, estarán Batasuna y ETA como respectivos rey y reina negros, y les acompañarán el PNV y la Conferencia Episcopal como estratégicos alfiles, el PP y la patronal de Cuevas como caballos con jinete espoleador, el conglomerado del inMundo y la sinRazón de torre sobre el blanco, con Aznar asomado en sus almenas, y la COPE encabritada en función de torre sobre el negro. De peones, los lectores y la audiencia de estos pestíferos medios. El panorama no llega a desolador, pero asusta bastante.

Saturday, March 25, 2006

Volver



Se tomó algún tiempo Pedro Almodóvar, desde La mala educación, para retomar la cámara. En ese sentido, el título de la película autoriza a interpretarlo también como una proclamación. Vuelve, en efecto, y lo hace con dos de sus actrices favoritas, otras dos de nueva incorporación al grupo, una vieja gloria imprescindible y una promesa en flor. Y vuelve con una historia con inconfundible sello de fábrica, una historia manchega y universal, sentimental y esperpéntica, tremendista y tierna, melodramática y cómica. O sea, con una historia genuinamente almodovariana. El resultado es tan brillante y conmovedor como siempre y con otro cuartillo añadido de madurez y perfección con el que Don Pedro nunca deja de aderezar cada una de sus sucesivas creaciones. También como siempre luce esplendorosamente su capacidad proverbial para la dirección de actrices y nos ofrece a una Penélope Cruz despojada de glamour, más bella que nunca y mostrando una insospechada vis dramática de actriz de raza. Carmen Maura, desmelenada y desbordante, está a la altura de sí misma. Lola Dueñas confirma y revalida su espléndida labor en Mar adentro, con un papel muy distante del de la amiga de Ramón Sampedro. Blanca Portillo aporta credibilidad superior. Chus Lampreave se regodea como clásica del autor. La niña Johana Cobo es la naturalidad en estado puro. E impecable, como no podía ser de otra manera, la fotografía de Alcaine.

Friday, March 24, 2006

Alto el fuego permanente (2)

Me autosorprendo en flagrante delito de filisteismo. En mi entrada de anteayer, movido por no sé muy bien qué clase escrúpulos, remilgos o aprensiones, pretendía alejarme de lo que las almas miserables llaman sectarismo y que no es otra cosa que la necesaria toma de partido (sobre todo, en contra) que la decencia elemental viene demandando en este país desde hace ya demasiado tiempo. Me refiero, claro está, a la actitud mezquina, innoble, desvergonzada, resentida y putrefacta que el llamado PP (Proyección Paranoide, en feliz expresión de mi amigo José Fernando Pérez Oya), viene exhibiendo con impudicia intolerable y que ni siquiera es capaz de contener en momentos en que la dignidad y la inteligencia exigen un mínimo ejercicio de mesura. Cuando, con ingenua generosidad, la izquierda española le otorga carta de naturaleza democrática a ese precipitado de posfranquismo, arribismo, caspa ideológica, chulería, mendacidad y rencor (¿de qué?) a ese simulacro de formación política, controlada de cerca por uno de los individuos más antiestéticos, tanto física como espiritualmente, de toda la historia de España, está, ciertamente, haciendo de la necesidad virtud, pero está también tragando, en aras a esa necesidad, una tan ingente cantidad de sapos que corre el riesgo de indigestión crónica e incluso de envenenamiento letal. En los últimos días, la mayoría de los medios de comunicación están intentando dar a entender que el PP entra, por fin, en razón y se esfuerza en ponerse a la altura de las exigencias. No lo creo yo así. Las declaraciones infames de, entre otros, Jaime Ignacio del Burgo, María San Gil, Jaime Mayor Oreja, el indigerible e inevitable Eduardo Zaplana y el mismísimo "antiestético por antonomasia" pesan mucho más y tienen mucho mayor eco en la militancia cerril, que los fríos, aguachirlados y forzados ofrecimientos del cada día más indigno Rajoy en sede parlamentaria. Que les zurzan.
P.S. Mensaje a Ibarretxe (a) Robocop: Métete tu plan, tu hipocresía santurrona, tus prisas preñadas de rijo autodeterminista y tu inmensa desfachatez donde te quepan. Deberían nombrarte socio honorario de la FAES. Así que habla con Aznar del asunto y de lo tuyo.

Traducir a tontas y a locas

Esta mañana escuchaba Radio-2 y sonó la célebre romanza de Los Gavilanes que dice eso de No hay rosa como los labios de mi zagala... Mi cráneo alberga zonas cerebrales de tontuna bastante extensas y alguna de ellas debió de quedar activada con los trinos de Alfredo Kraus, de modo que me sorprendí a mí mismo maullando en inglés: There's no rose like my shepherdess' lips...Lo peor de todo es que me salió de manara espontánea, impremeditada, amorcillada y bobalicona. Paré de cantar, me dije que ya no tenía amigos ingleses a quienes divertir con aquellas simplezas del tipo too much for my body o from lost to the river. Pero pronto caí en la cuenta -nada hay que no se pueda empeorar- de que mi traducción repentizada ni siquiera tenía la escasa gracia de aquellas necedades adolescentes. Recordé el primer verso de uno de los sonetos de Shakespeare: My mistress' eyes are nothing like the sun, que expresa la idea contraria a la de la romanza zarzuelera, pero que adopta una forma gramatical prácticamente idéntica. No es posible cagarla con mejor éxito. Así que, animado por la rápida fortuna, me lancé al vacío con licencia para disparatar. Véanse los resultados:
1. Versión alemana (Das unmögliches Hirtenlied ): Es gibt keine Rose als meiner Schäferin Lippen.
2. Versión francesa (petite pastorale solennelle): Il n'ya point de rose comme les lèvres de ma bergère.
3. Versión italiana (una pastorella audace): Non ha più rosa come i labbri della mia pastorella.
4. Versión portuguesa (a verdadeira dimensâo da lirica pastoril): Nâo hà rosa como os beiços da minha zagala.

Cuando mi hija, traductora e intérprete profesional -y una de mis escasísimas lectoras- tenga conocimiento de que estoy jugando con sus cosas de comer me va a repudiar como padre. Perdóname, Sariña bonita: son pecados y sandeces de vejez.

A otros profesionales de la lingüística y la traducción, que les den dos duros. Ya sé que tienen muchísimas cosas que enseñarme, entre otras que el libreto de Los Gavilanes no es precisamente una novela pastoril y, en académica consecuencia, la palabra zagala, "en el contexto de la obra", no debe tomarse sino en su primera acepción de "muchacha soltera" (DRAE). Se me da una higa. A mi me gusta que sea pastora y ahí queda eso.

*Ilustración de la entrada: BOUGUERAU: The young Shepherdess, 1885. San Diego Museum of Art.
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Thursday, March 23, 2006

Alto el fuego permanente

Si las cosas evolucionan razonablemente bien, si la ciudadanía piensa más y embiste menos, si la llamada clase política se aviene a ejercitarse al aire libre, si nacionalistas vascos y nacionalistas españoles aprenden laicismo y civilidad, si los verdugos purgan sus culpas y algunos deudos de las víctimas saben ennoblecer su dolor y exigir justicia sin confundirla con la vendetta pública, si los predicadores de esencias y los vendedores de inquina se callan para siempre, es posible que allá para 2012, año arriba o año abajo, ETA haya pasado a la historia de la infamia y la ignominia. Menos claro me parece, aún con todos estos problemáticos pronunciamientos a favor, el futuro de la sociedad vasca sin la presencia de un demonio familiar que facilitaba a unos la máscara fea del hermano malo y a otros el pim-pam-pum mágico que hacía rebotar en todas las direcciones las pelotas de plomo y mierda que contra él se lanzaban. En el mejor de los casos, empezaremos a vivir como adultos responsables y no como energúmenos o mequetrefes. En el peor, nos entra un ataque de aburrimiento, un fervorín de patriotismo y un retortijón de nostalgia y volvemos a liarla.