Wednesday, June 27, 2007

Esperando el siglo XXIII



El muy sensato y aún más inteligente Francisco Bustelo, rector que fue de la Complutense, publica hoy en EL PAIS un artículo intitulado El buen izquierdista, para el que se me ocurre un calificativo antes que cualquier otro que se le pueda dar: es tierno, en el mejor sentido de la expresión. Como no podía ser do otra manera, el ilustre profesor tiene una inquebrantable y animosa fe en el porvenir. Después de glosar los sucesivos fracasos e insuficiencias de las izquierdas que en el mundo fueron añade: "También es cierto, sin embargo, que en otros aspectos ha habido más cambios, sobre todo en los tres últimos años; alguno, como el relativo al matrimonio de homosexuales, hasta cabría de tildarse de revolucionario. Tal vez sea ése el cometido de la izquierda en el siglo XXI. Ya que como parece que habrá que esperar al siglo XXII o al XXIII para que los avances del saber permitan cambiar el funcionamiento de la economía, luchemos entre tanto por las muchas causas pendientes: ecologismo, ayuda al tercer mundo, políticas generosas de inmigración, laicismo, educación, emancipación definitiva de la mujer, derechos humanos, antiimperialismo, coexistencia pacífica de nacionalismos, etcétera. Además, claro está, de lograr un gasto social como el de Suecia. " En resumen: el catálogo casi completo de los propósitos y formulaciones que un filósofo ultrafuerte y archimaterialista diagnostica como propios y constitutivos del pensamiento absurdo e inconsistente de una niña literaria inglesa, bastante zangolotina por lo demás. Pero, qué le vamos a hacer, resulta que mi caótica mezcla de ingenuidad, melancolía y afán de llevar la contraria a cuantos más mejor gusta, con alguna matización, de esas intenciones, deseos y recomendaciones "programáticas". Refiérense las matizaciones a las severísimas dudas que tengo sobre la posibilidad de una "coexistencia pacífica de nacionalismos", de cualquier dimensión, pelaje y colorido que éstos sean. Más bien abogaría yo por le erradicación de las almas y los Estados de las funestas ideas de nación, identidad, pertenencia y patria (como se ve, además de ingenuo soy "quimérico"). Tengo también para mi que el matrimonio es institución difícilmente defendible, sea entre heterosexuales, homosexuales, amerindios o caucásicos. Pero, ya que existe y tiene numerosísimos adeptos, bienvenida sea la revolucionaria posibilidad de que incurran en él las personas con opción sexual minoritaria: no es ni más ni menos dañino para ellas y para la sociedad en general que para los que tienen preferencias más extendidas. Y de todas las "consignas" que generosamente nos da Don Francisco, me parece especialmente relevante, en estos atribulados momentos, la del laicismo. Nuestros gobernantes "progresistas" nos han traído -y les fecicitamos por ello- reformas encomiables y audaces. Pero ninguna de ellas les agradecería tanto como la de poner a los curas donde les corresponde y denunciar de una santa vez por todas el oprobioso concordato con el Estado Vaticano. Por lo mismo, les reprocho con la necesaria vehemencia que carezcan de valor para hacerlo.
Brindo por el último consejo del señor Sotelo: "Por eso es por lo que al agorero, que nos dice que vamos de mal en peor, aún cuando sea un buen izquerdista, no hay que hacerle caso." Mas, ay, aunque no soy agorero, soy pesimista.

1 comment:

El viajero de una noche de invierno said...

Opongamos al pesimismo de la razón el optimismo de la voluntad, mi estimado Vizconde. A fin de cuentas, en peores nos hemos visto.