Friday, September 23, 2005
Isadora Duncan
No sólo fue capaz de hacer bailar a un sofá, sino que supo expresar como nadie el estatismo de la danza. Obsérvense el perfil propiciatorio y el ángulo perfecto que forman el antebrazo y la pantorrilla, que niega el principio geométrico de la igualdad de los ángulos opuestos por el vértice; el pórtico acogedor que conforman la misma pantorrilla y el muslo, a la vez robusto y mórbido, y el paralelismo exacto entre los dos miembros extendidos; la suave firmeza de la mano apoyada en el suelo y la mirada cercana apoyada en el escorzo oferente de la otra mano; la vaporosa dejadez del vestido y la lasitud erguida del seno huídizo... Imposible que la excelente Vanessa Redgrave hubiese podido alcanzar semejante concierto.
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