Ni tiene el don de la profecía, ni fue amada por Apolo, pero merece ser muerta a manos de Clitemnestra. Esta peculiar sibila vaticina, eso sí, desastres y acierta siempre que es ella quien los provoca. Es amiga de Calpurnia, con la que gobierna una pequeña sociedad de socorros mutuos. Su rostro, de nada serena hermosura cuando joven, evolucionó hacia una decrepitud agresiva, mustia y demacrada. Su terreno de juego es propicio a la artimaña sórdida, a la intriga zafia, al comadreo destructivo. Las malas artes y el envite tramposo son sus armas predilectas, porque, poco sutil como es, las cree muy femeninas. Manipula a quienes reputa fieles, aunque poco le duran las lealtades que no sean excepcionalmente estúpidas. En estado de ebrieda alcanza las más inaccesibles cotas de vileza.
Wednesday, August 02, 2006
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