Voy a tranascribir aquí un correo que dirigí a mi buen amigo José Fernando en respuesta a otro suyo en el que enviaba una especie de carta dirigida a El País, no para ser publicada, sino para que le facilitasen la dirección electrónica de Timothy Garton Ash, a quien realmente va dirigida. Cuando sea capaz de incorporar ese correo a este blog, se podrá ver la larga diatriba de José Fernando. Este es mi comentario.
Parece ser que el mismísimo Robespierre condenó acerbamente la antirreligiosidad y el anticlericalismo, tachándolos de "aristocráticos". Stalin, que no en vano pasó por el seminario, siempre tuvo entre ojo y ceja a los comecuras (o comepopes) de su partido. Con tan preclaros antecedentes, es perdonable que yo me siga sintiendo tanto o más antirreligioso y anticlerical que rojo y antiimperialista. La cosa me viene desde "la más tierna infancia", tal vez por haberme malformado en un colegio insufriblemente "nacionalcatólico". Por eso, aunque no puedo menos que estar intelectual y moralmente de acuerdo con todo lo que expresas en tu artículo-carta y con las ganas que tienes de irle a la yugular a Don Timoteo Garton Ash, prototipo insigne de intelectual orgánico del ala más elegante y soberbia del liberalismo académico y socializante, no deja de llenarme de ira el fanatismo inducido que provoca la publicación de unas viñetas nada inocentes que, si fuese posible analizarlas fuera de su contexto, serían fresca y saludablemente insultantes contra algunas de las cosas que en este mundo son más merecedoras de ultraje, tales son: la religiosidad, las religiones y sus ministros, oficiantes y fieles. Me dirás, y con toda la razón, que "más cornás da el hambre": en mi descargo, sólo puedo replicar que el fundamentalismo evangélico de Bush y la hipocresía de los interesadamente tuertos gurús del canon occidental políticamente correcto me dan tanto asco como ira me provoca la vesanía ignara de ciertas masas islámicas tan hambrientas como manipuladas: Ya ves que lo acabo de arreglar: ahora me pongo "equidistante". Sé que tu inteligencia superior no te permite interpretarlo así. Discúlpame de todos modos. Mi ateismo es más radical y "enraizado" que intelectual o filosófico, lo que me lleva en muchas más ocasiones de las que fuese de desear al exabrupto y a ciertas obcecaciones.
José Fernando, que escribe un castellano espléndido y un inglés envidiable, comete errores al escribir en gallego: su respuesta a mi comentario reza así:
"Como volvas a falar de inteligencia superior mandoche o carallo. Como sabes mandei a cousiña o Pais e PROMETTERONME mandarllo o Garton. Te manterei informado APERTAS"
No tardé en volver a importunarlo con estas otras observaciones:
Something is rotten in Dennmark
Hamlet, Act I, Scene IV
Es posible que esté yo mal informado, pero creo que la entrevista hipócrita y desigualitariamente denegada por el jefe del gobierno danés a las comunidades islámicas de su país fue solicitada por éstas para pedir que se aplicase el código penal, por delito de blasfemia, a los autores de las viñetas de Mahoma. Lo sorprendente no es la petición en sí, sino que la muy liberal y avanzada democracia danesa permita que la blasfemia esté jurídicopenalmente tipificada.
Garton Ash y tú compartís alma mater oxoniense. Yo, mucho más modesto, me licencié en Derecho en una universidad española de provincias que tiene el dudoso honor de haber sido fundada por Fernando Valdés Salas, inquisidor mayor con Felipe II. En ella enseñaron Derecho romano Leopoldo Alas Clarín y su hijo, rector en 1936, fusilado por las hordas golpistas, que tuvieron la avilantez de hacer grabar en las pétreas paredes del claustro este dístico que tú, mucho mejor latinista que yo, traducirás con suma elegancia: PECTORA QVAE MATERNE ALVI SE EXTOLLERE MVROS SAEVITIA HORRENDA NE PENITVS REVEREOR MCMXXXVI - MCMXXXVII. Allí sigue.
Pues bien: en esa universidad en la que me malformaron, me enseñaron una teoría general del Derecho político que era una versión doméstica, de cocina económica, del ínclito nazi Carl Schmidt. Pero me enseñaron también, con mayor decencia, un Derecho penal que definía el delito como "acción típica, antijurídica, culpable y punible". Y me pregunto yo: ¿Dónde leches está la antijuridicidad de la blasfemia? ¿Cuál es el bien jurídicamente protegible que se pretende salvaguardar con su tipificación penal? ¿Acaso el sentimiento religioso de los creyentes? Por favor, seamos un poco más serios.
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