Monday, June 08, 2009

Festival Mozart 2009 1



Desde que la pereza me hizo renunciar a los abonos del festival Mozart, debo realizar otro esfuerzo mucho más liviano que el de conducir en incómodas horas nocturnas y es éste el de elegir funciones que coincidan en fin de semana. La hospitalidad de nuestros buenos amigos Geni y Andrés favorece muy considerablemente estos propósitos. Así que este año me quedé con dos liederistas, Christoph Pregardien y Stephan Genz, y una sola ópera, Werther, aún no representada en el momento en que escribo estas líneas, perdiéndome zaidas y mitrídates con todo dolor de corazón. Vamos, pues, con las canciones germanas.
El viernes, día cinco, fue Christoph Pregardien quien nos deleitó con Schumann, Schubert y nuestro contemporáneo Wolfgang Rihm. El concierto se inició con el ciclo Dichterliebe que, sobre textos de Heinrich Heine, compuso el marido de Clara Wieck*, cantados con expresiva entonación y espléndido timbre por el tenor renano, y finalizó su primera parte con el ciclo contemporáneo Das Rot, escrito por el también renano y cincuentón Wolfgang Rihm sobre poemas de otra renana más, Karoline von Gunderrode, poeta tan sólo diecisiete años mayor que Heine, prematuramente muerta a los veintiséis, que sobrepasa el Sturm und Drang de época para sumergirse de lleno y anticipadamente en una corriente romántica desbordada y arrasadora. Es evidente que el eje estructurante del programa no fueron los compositores de lo distintos s Lieder, sino el poeta Heine. Así lo demuestra que, para la segunda parte, de todo el ciclo schubertiano Schwanengesang, se eligieron sólo los seis poemas del de Düsseldorf , excluyendo los de Ludwig Rellstab. En cualquier caso, la elección fue acertada y su ejecución espléndida. El acompañamiento al piano de Michael Gees, igualmente renano y cincuentón, qué casualidad, fue elegante, preciso, cómplice, delicado. Tanta renanidad unida permite hacer el elogio chistoso y facilón de que la velada fue puro “Oro del Rhin” (wagnerianos, no se me enfaden). Dos propinas, ambas de Schubert: Taubenpost, poema de Johann Gabriel Seidl , que durante bastante tiempo se quiso hacer integrante del Canto del Cisne; y el archipopular Lindenbaum, del mülleriano Winterreise.
Al día siguiente, sábado seis, fue el barítono Stephan Genz, acompañado del pianista galo Michel Dalberto, quien se las hubo con otro de los ciclos schubertianos, en esta ocasión completo: la desdichada historia de amor que Wilhelm Müller versificó en intituló Die schöne Müllerin. Entre laúdes colgados de sus bandas verdes y nanas cantadas por arroyos gentiles y hospitalarios, el turingio Genz fue haciendo gala de un canto delicado, sensitivo, de técnica impecable y lirismo enternecedor, pero lamentablemente, apagado, escuálido. La voz, extraordinariamente bien modulada, pecó de escasez, de falta de vigor, e hizo padecer al respetable cierta inanición sonora.
Felizmente, el festival Mozart, aunque levemente disminuido en eventos, sigue vivo y muy vivo y junto con la temporada septembrina permite a La Coruña mantenerse operísticamente al mismo nivel de proximidad a la U.E.F.A., cuando no a la Liga de Campeones, que futbolísticamente tiene el Deportivo. Infelizmente, en la actualidad, la ópera en Vigo tiene también el mismo nivel que el equipo de fútbol local, es decir, la salvación “in extremis” del descenso a tercera división. Las autoridades locales, provinciales y autonómicas, las entidades financieras y quienes, pública o privadamente, tienen capacidad de mecenazgo, sin incurrir en ningún lamentable localismo comparativo, deberían tomar buena nota de ello.

*Desde que conozco los Lieder de Clara Schumann (geborene Wieck) la tengo en mejor estima, en el género, que a los dos pelmas que tuvo que soportar en vida.
**Los derechos de autor del símil futbolístico son del amigo Daniel Diz; las valoraciones de categoría son, exclusivamente, de mi responsabiidad.

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