Releo mi entrada del día 25 de octubre Disuelta en humo. Es el texto de la parte que tuve en la presentación de la novela de Fernando Bartolomé. El propio autor me ha informado de que a algunos de sus amigos de deportes, mesa y mantel les sentó como un tiro mi supuesta soflama, entendida por ellos como un mitin republicano, radical, sectario y rencoroso. Añadieron, al parecer, que no se fueron del acto por consideración a la amistad que les une con el novelista. Metidos en faena, podrían haber manifestado - no me consta que lo hayan hecho - que, por idéntica razón, no me partieron la cara. Hace muchísimos años que estoy convencido de que esta gente no es que no entienda nada: decididamente, no les da la gana de entender nada. Estar intelectual y afectivamente a favor de la defensa de la legalidad republicana es, en el peor de los casos, una legítima toma de partido y, en el mejor, un ineludible ejercicio de decencia histórica. Si manifestar tal posición de principio resulta radical y sectario, el fiel de la balanza pierde su sentido de equilibrio físico y se torna en puñal homicida. Si caracterizar al franquismo por sus facetas menos sanguinarias es rencor, el recuerdo es una función neuronal superflua que nos obliga a gritar ¡Viva el Alzheimer!. Como bien dijo Fernando en el mismo acto, nada digno y noble se construye desde el odio. Por eso mismo, estos señores nos lo están poniendo muy difícil a todos. Es tristísimo pensar que la dichosa guerra civil lleva camino de no acabarse nunca.
Friday, November 03, 2006
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