Sunday, January 27, 2008

Expiación


Mi primera entrada, bastante tardía, del año 2008, vuelve a ser una reseña cinematográfica y de nuevo recaigo en el joven director británico Joe Wright, ya comentado en esta bitácora a propósito de su versión de Orgullo y prejucio. Otra novela, no tan distante de la de Jane Austen, a pesar de los casi doscientos años que median entre la publicación de Pride and Prejudice y la de Atonement, y de los muy distintos modos de afrontar un relato y sumergirse en un ambiente que separan a Austen de McEwan, inspira la brillante labor creativa de este londinense que hubo de sufrir en su infancia la pedagogía supuestamente especializada que se destina a los niños disléxicos.
Alguien dijo, y con razón, que cualquier película que supere los noventa minutos de metraje tiene ya de entrada muy severas dificultades no sólo para lograr el favor del público sino también para alcanzar la excelencia en la calidad. A esta de Joe Wright para nada le estorban sus ciento treinta minutos en los que que en ningún momento se cansa o aturde al espectador y nunca se pierde o sobra un solo compás de un ritmo narrativo ajustadísimo, preciso y precioso. Tampoco hay un solo exceso de emotividad gratuita y la tensión dramática se sostiene con sobriedad, contención y eficacia muy poco frecuentes. Igual que en su precedente, Orgullo y prejuicio, la dirección de actores es magistral, dicho sea sin la menor merma del talento individual de cada uno de ellos. Especialmente llamativa la aportación de esa niña de pelo de panocha que se llama Saoirse Ronan y encarna a Briony Tallis en el momento en que perpetra su caprichosa vileza, pero también impresionan el sobrio James McAvoy como Robbie Turner, el héroe protagonista; la bellísima Keira Knightley como pasional Cecilia Tallis y la inolvidable veterana Vanessa Redgrave como Briony Tallis, anciana y apopléjica, definitivamente expiada. Igualmente brillantes están los comprimarios Juno Temple (la peligrosa pelirroja Lola Quincey), los niños Charlie y Felix von Simson (los inquietos gemelos Jackson y Pierrot Quincey), Benedict Comberbatch (que sabe dar el justo toque de repelencia al magnate chocolatero Paul Marshall) y, sobre todo, Brenda Blethyn (Grace Turner, la ama de llaves, madre del héroe protagonista).
Un solo "pero" cascarrabias, quisquilloso y muy probablemente injusto y equivocado: Evidentemente enamorado de la pintura, Joe Wright nos da un recital algo obvio de recomposiciones de lienzos célebres que van desde el cinquecento y la escuela holandesa a los impresionistas y los prerrafaelitas, que no deja de agradecerse, aunque pudiera ser prescindible. El dúo de Rodolfo y Mimi del primer acto de La Bohème puccinesca, a volumen variable, ilustra adecuadamente los sucesivos ensayos epistolares fallidos de Robbie Turner, el último de los cuales fraguará su dicha momentánea y su tragedia ulterior.

1 comment:

Anonymous said...

Mi querido Vizconde:

Frecuento otra vez su bitácora, para felicitarle por su buen gusto cinematográfico (no sólo por este post) y decirle que estoy plenamente de acuerdo con Ud. en la valoración que efectúa de este film, añadiendo que se agradece, en los tiempos que corren, este tipo de cine - "rara avis" - en el que priman los efectos "sentimentales" sobre los "especiales".

Si acaso una pequeña objección: yo no comparto su admiración por Keira "huesitos" Knightley; si acaso, y por citar otra belleza del cine británico, mis gustos se decantan más hacia Kate Winslet.

Sin otro particular, y reiterándole saludos y parabienes, reciba un cordial y afectuoso abrazo.

Lindoro