Wednesday, February 13, 2008

Adversus Weber: Publicidad y Contrarreforma


La conferencia episcopal española y la iglesia católica en general pueden darse por muy satisfechas: no sólo se les tolera campar por sus respetos (por sus irrespetos, debeberíamos decir) sino que gozan del favor de los creativos publicitarios cuando éstos ponen en solfa las supuestas virtudes industriosas y comerciales -capitalistas- de la llamada ética protestante. Me explico. Un reciente anuncio televisivo, que tiene su gracia, nos presenta a un joven y audaz propietario de restaurante moderno que, armado de cuadernillo y lápiz, se acerca a la mesa de un cliente con cara de panoli connaisseur y, muy untuoso, le recita: "Sublimación de huevo semicrudo, en deconstrucción de pomme de terre, regada con zumo de oliva arbequina". En la imagen siguiente, el mismo joven audaz, acompañado de su ayudante, destapa una tortilla de patatas, bastante descolorida y un tanto escuálida, mientras el fámulo vierte un vino dudoso sobre la copa del asombrado cliente. La moraleja no se hace esperar: no necesitas recurrir esto para hacerte rico, juega con el cupón de la ONCE. O sea: el azar frente al ingenio; la divina providencia contra el esfuerzo; la suerte sobre la "virtud". (Por favor, que nadie me replique que la conducta que se afea en favor de la fortuna es la de un pequeño estafador: ¿qué negociante no lo es en mayor o menor medida?). Creíamos que los valores luteranos y calvinistas del esfuerzo individual y la bondad de la riqueza a su través estaban muy bien asentados en nuestras occidentales democracias productivas. Ya vemos que no es así. Felicidades, Ratzinger. Congratulaciones, Rouco. Jueguen al cupón sus eminencias. Quizás así puedan autofinanciarse y liberarse del opresor yugo zapateril sin necesidad de que el muchacho pierda las elecciones.